Adriana Arismendi
¡Procrastinar!
¡Procrastinar! Es para mí una palabra tan fea que hasta me cuesta pronunciarla. Me hace pensar en torturas o alguna clase de horrores humanos, pero en realidad su significado aunque tiene un efecto terriblemente nocivo para nuestros planes, está lejos de mi imaginación fatalista.

Estoy convencida de que las palabras son como las personas, llegan a nuestras vidas en el momento en el que las necesitamos, ni antes ni después. Son oportunas y se instalan en nosotros apareciendo en cada espacio, como un fantasma que nos persigue para asegurarse de que entendamos su mensaje y lo procesemos.
Muchos dirán que esta palabra fea, (para mí) ya existía, y claro que sí. El caso es que no existía para mí y estoy segura de que es igual para muchas personas. Procrastinar, que es una palabra difícil de articular y poco asociable a un significado lógico, es compleja porque en su significado tiene tanta potencia y profundidad que necesita captar nuestra atención con misterio e intriga para acercarnos a ella, de frente como si nos viéramos al espejo y allí teniéndonos cerquita y mirándonos a los ojos, poder decirnos que: ¡dejemos de perder el tiempo y evadir lo que sabemos es importante!
Procrastinar, significa postergar, dejar para más tarde y en mi interpretación evadir. Si bien es cierto que esto es una realidad en nuestro día a día y siempre lo ha sido, estoy convencida de que en este momento en el que creemos que nos encontramos en una especie de pausa rara, es aún más presente.
Lo hago mañana, tal vez más tarde, ahora no… y una larga lista de frases como estas, son nuestro peor enemigo. El daño más grande que le hacemos a nuestros planes, a nuestras vidas. Pienso que el primer motivo por el cual postergamos es que creemos que la vida es para siempre, que siempre tendremos otro día, otra hora, otra oportunidad igual a la de hoy para hacer las tareas que no queremos afrontar. El segundo motivo que en mi opinión nos hace caer en este vicio, es el control. Nos convencemos de que mañana será exactamente igual a hoy porque nosotros decidimos qué haremos, a dónde iremos y cómo transcurren las horas. El tercero es la autocomplacencia negativa. Está perfecto consentirnos y darnos espacio para el disfrute y la diversión, pero cuando esos espacios no son una recompensa sino una excusa, entonces se vuelven negativos por juegan en contra nuestra.
Pasar horas visitando la vida de otros a través de las redes sociales, viendo televisión o durmiendo, es autocomplacencia negativa. Es un tiempo no productivo y no satisfactorio, que nos deja igual de vacíos, con el mismo sin sabor que teníamos al principio. Extender el abordaje de algunos asuntos nos hace desperdiciar oportunidades, atenta contra nuestra energía y conlleva a la frustración, porque:
1. No hay garantía de que tengamos mañana, ni siquiera siguiente hora. No se trata de ser fatalistas, sino realistas. La vida, la salud, el entorno. No tienen garantía, por tanto, no sabemos cuánto nos dura.
2. Tenemos control sobre lo que planeamos, pero no sobre lo que sucederá. Podemos proyectar que mañana saldremos a caminar para aprovechar el sol, pero puede que llueva y nuestros planes cambien significativamente.
3. Minuto pasado, no recuperado. El contenido de las redes sociales estará allí, la tv seguirá, pero nosotros no tendremos cómo volver a esos espacios de tiempo para ocuparlos en lo que realmente nos da valor.
Reflexiona, y toma en cuenta que puede que tú mismo estés saboteando lo que quieres alcanzar. Procrastinar te hace daño en tu trabajo, te recarga y puede hacerte sentir constantemente agobiado y estresado.
También te afecta en tu vida personal porque generalmente quienes tienen este hábito como mejor amigo, dejan de lado sus proyectos personales y potenciales grandes ideas, porque las menosprecian y retrasan tanto que se pierden de ver el árbol crecer y dar frutos. Pero además te puede afectar gravemente, porque no atender un tema de salud puede pasar de prevención a enfermedad o algo peor, y ni se diga de los asuntos con la actitud de tus hijos o pareja. No permitas que se vuelva irremediable.